Quizás sea un tópico hablar de la infancia de un artista como ese tiempo anclado en la memoria donde el pasar de los días se recuerda entre dibujos, pinceles y pinturas. El caso de Roberto López Martín no es que sea una excepción ni mucho menos. Lo destacable es, sin embargo, que su madurez como artista pasa, justamente, por este mismo acto de recordar su infancia, su relación y exposición mediática con las imágenes. Por bucear, asimismo, en artefactos de memoria como álbumes familiares, viejas cajas de fotos y cajones de peluches y muñecos, telas… Todo ello, de cara a entender cómo su subjetividad se ha ido configurando desde niño y cómo el consumo de imágenes monstruosas en los medios de comunicación ha influenciado en determinadas concepciones sobre el cuerpo y lo bello.

 

En el universo de López Martín no hay espacio para lo sentimental y lo piadoso. No pretende conmovernos ni despertar en el espectador espíritu solidario alguno. Por el contrario, su obra nos empuja a reflexionar sobre el funcionamiento de nuestra mirada ante lo deforme y el consumo digital.

 

Las pinturas, collages y piezas intervenidas con fotografía y vídeo que conforman series como Antitéticos (2010-2011), Etopeyas (2012) o Donde juegan los códigos (2013) nos enfrentan a esta tesitura para intentar encontrar las razones.

 

En la serie Avatares (2017) pone de manifiesto el niño. Detrás de la máscara creada de la falsa niñez se convierte en una serie, una referencia de catálogo, una especie de avatar o una representación gráfica totalmente distorsionada que se asocia a un usuario para su futura identificación en su demanda siguiendo la pauta de lo que denominamos redes sociales.

 

www.robertolopezmartin.com

Una muestra de las obras de Roberto López Martín en el programa de RTVE La Aventura del Saber, octubre de 2020.