Pedro Tzontémoc
(ciudad de México, 1964)
Palabras para una bitácora visual
Hay muchas maneras de hacer pública una experiencia personal, muchas maneras de contar la historia. Esta serie es una de ellas, esta serie es la reminiscencia de una historia que contiene muchas historias, es el relato visual de mi relación con Europa, una historia de amor que se divide en tres actos…
El segundo acto. Un periodo vital en el que Europa sería mi destino más frecuente, periodo de aprendizaje en el que se definiría mi manera de viajar y de hacer fotografía... El destino del fotógrafo es el viaje y aquí vale aclarar que no es lo mismo ser viajero que turista porque éste último viaja sin vivir, fotografía sin mirar. Viajar es entregarse a la experiencia y dejar que ésta nos transforme. De esta manera cada viaje será distinto, aún y cuando el destino se repita una y otra vez, porque cada vez seremos otro.
Fotografiar lo que se vive, vivir lo que se fotografía. Así de simple o de complejo es el marco conceptual de todo mi trabajo en el que forma y fondo buscan ser lo mismo. Sin embargo, el eje de la fotografía no se encuentra en la fotografía misma sino en la intención de vivirla. Fotografiar no es lo mismo que vivir, aunque vaya junto, porque a fin de cuentas el arte es sólo ese espejo en el que se refleja lo que somos, y aquí cabe parafrasear la sabiduría popular: dime qué fotografías y te diré quién eres.
En fin, Apuntes de viaje es tan sólo un fragmento del viaje que no fue delimitado al azar, es un fragmento geográfico; España, Francia, Italia, Polonia y Portugal, un fragmento temporal; 1989-2003, un fragmento alquímico en los que mi fotografía era el resultado de las sales de plata…
(Selección de fotos y fragmento del texto del libro “Notes de voyage / Europe 1989-2003”. Edición bilingüe francés-español. Editorial Images plurielles. Francia 2014)
Una serie fotográfica de Pedro Tzontémoc en el programa de RTVE La Aventura del Saber, Abril 2018.
Puntos suspensivos
Nos transformamos cada día, con cada nueva experiencia y con ello cambia también nuestra forma de ser, de vivir, de pensar y, por supuesto, de hacer fotografía. Esta ha sido la premisa de la que parte todo mi trabajo, la de fotografiar mi proceso vivencial para que cada foto sea una piedrita dejada en el camino, tal como lo harían Hansel y Gretel.
Fiel a este principio y haciendo uso de mi archivo, trabajo en esta serie que pretende ser, como todas, un testimonio existencial. Cada una de las piezas da cuenta de lo que he perdido o se desvanece de mi vida tras 17 años de enfermedad. Un paréntesis de puntos suspensivos, entre el pasado y el futuro…
En este juego de posibilidades infinitas que es la vida, cabe tan sólo una certeza: todo termina por terminarse.
Fotografiar es exorcizar.