Estudié ilustración en la Escuela de Artes de Zaragoza y unos años antes, proyectaba jardines. Reconozco que no me cuesta nada mirar atrás, buscando mundos perdidos contemporáneos. Me atrevo a considerar que mis tres pasiones son el dibujo, la música y la arquitectura, aunque creo que el dibujo es el inicio de todo. Siempre he admirado los bocetos iniciales del proyecto arquitectónico, cargados de elocuencia y pasión,  sólo con unas líneas, líneas de reflexión, …Y así entiendo el dibujo, como el instrumento en un proceso reflexivo, y el detalle preciso, como un medio y no un fin. La música, … la música lo envuelve todo. “Todo sonido es un objeto sonoro”, planteaba Edgar Varesse, o lo que es lo mismo, que todo objeto tiene un significado y una carga emocional que cada uno interpreta, absorbe y asimila. La arquitectura, igual que la música nos envuelve, y nos conmueve, y nos emociona, y permanece en nuestra mente residual. Me gusta imaginar “el jardín” como el lugar conceptual y arquitectónico más adecuado para representar esos espacios residuales grabados en nuestra mente. Creo que me llevo bien con el surrealismo. Lo intento. Y lo utilizo como una maravillosa herramienta que me permite contextualizar poéticamente aquellos espacios oníricos y me invita a ver con otra mirada, y sobre todo, me proporciona  algo muy importante en la actitud creativa: “misterio”.

 

 

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