Jaime de Prado "JENO"
Paseando, leyendo, escuchando música, sentado en el sofá…, en cualquier lugar y momento puede surgir la idea para la siguiente fotografía.
En este caso os voy a contar mi versión de La Última Cena de Leonardo, para ello lo primero es un breve estudio sobre la obra original. De todos es de sobra conocida la obra, pero lo que puede que no nos hallamos fijado es en que todas las líneas de fuga convergen hace Cristo. Evidentemente no traté de realizar una copia exacta y menos aún al ser tratarse mis actores de unos sencillos tenedores.
Me gusta la fotografía, pero la que tenga que crear, principalmente que exprese algún concepto; siendo en la mayoría de los casos lo que más valoro: el mensaje o la idea sobre la técnica, algo que nos dé que pensar, aunque a cada uno nos sugiera algo distinto.
Comienzo la preparación de lo que será mi Última Cena, para ello lo primero es realizar el casting para conseguir a los actores y a algún extra por si acaso. No vale cualquiera, han de ser dúctiles, pues habrá que darles la forma deseada a golpe de alicates. Una vez dada la forma deseada pasan por la sección de pintura.
Reconozco que tengo cierta inclinación a que los objetos sean blancos o negros usando poca variedad cromática en los trabajos que realizo.
Con la cámara colocada sobre el trípode comienzo a montar el escenario, realizando mediciones para conseguir las líneas de fuga, para lo que tengo que presentar, medir, comprobar a través del visor, cortar y, por fin, montar cada pieza. Con todo cortado y montado, solo falta envejecer las paredes del comedor.
Una vez terminado todo este montaje, que se alargó durante cuatro días, ya solo quedaba iluminar y disparar, nada en comparación de todo el trabajo previo.
Evidentemente se trató de la fotografía que más costó preparar, pero en la inmensa mayoría de mis trabajos, en mayor o menor medida, siempre hay una preparación, una labor de bricolaje previos que hacen de la fotografía final algo personal.