Gregorio Antolín
El legado de las Artes, las Ciencias, la Filosofía, y todos los grandes logros de la humanidad, se perderá en el espacio como en un macabro chascarrillo cósmico. Ninguna de nuestras obras perdurarán por los siglos de los siglos. Ningún rastro de nuestra memoria ni de las formas de vida que conocemos quedará para la posteridad, y “como lágrimas en la lluvia”, se disolverá nuestra arrogancia y nuestras cuitas. Tan sólo nos queda navegar sin rumbo por el proceloso océano de esta cosa que llaman “vida”, sin patrias ni banderas, sin iracundas deidades que acoten nuestra presunta arrogancia, reivindicando la liberadora individualidad combativa, la juerga eterna, el delirio psicotrópico, la siesta sin fronteras y la jubilación infantil, a riesgo de naufragar fortuitamente entre los afilados escollos del Pensamiento Único.