Alfonso López Gradolí
¿Una poética? Es difícil explicar (siquiera analizar) el fenómeno creador poético de un operador experimental, aunque sea el de uno mismo. Hago poemas visuales desde que conocí a Julio Campal, hace muchos años, tuve con él largas conversaciones y me informó de las obras del Grupo Noigandres, de la destrucción del discurso, de la potenciación del signo-imagen. Entre mis creadores preferidos ya figuraban Mallarmé, Apollinaire, Pound, Cummings y un hallazgo inolvidable: el rabo del ratón de Lewis Carrol en Alicia ….. El surrealismo es un precedente de la poesía visual (aunque muchos lo nieguen), es la liberación primera que lleva a la palabra-objeto y luego ésta (aislada) se fragmenta, terminada la desarticulación de la palabra. La poesía ya no se lee: se ve. Se ha sustituido el ritmo musical por el visual que es enriquecedor expresado con recursos tipográficos. La palabra está atomizada y pasa a otro nivel en el poema (sin metro, ni rima, ni figuras retóricas). La palabra queda liberada y aparecen los espacios en blanco, la forma plástica. Yo incluyo en mis poemas desalineados la acuarela, el acrílico, los collages. ¿Una poética?
Alfonso López Gradolí
HORAS EN LA ORILLA
Quizá podría recordarme
el mar, por muchas horas
que tuve beneficio frente a él,
cuando admiraba las maderas
de barcazas que olían a salitre,
a brea, y en el muelle, cabeceaban
con sonido de musgo golpeado.
Quedaban en la arena
residuos secos del pescado.
Nunca se sabe, cuando la galerna
hace naufragar las barcas,
de los muertos que serán tributo
aciago para el verde codicioso,
devueltos sobre algas en la orilla.
Igual que recordamos una playa
allí donde dejamos nuestros pasos,
podría el mar decir mi nombre
mezclado con el sonido de las olas.
COMO UN ORDENADO DESLUMBRAMIENTO
Como un ordenado deslumbramiento,
entre azules luminosos llega el impulso
de la respiración del agua hasta la arena.
Al recordar un horizonte, vuelve
la claridad como un hilo seguro
que llegue hasta el lugar que es mío.
Qué sensación de ligereza. Ahora
vendrá el atardecer, su helada música.
Escribo estos versos con el mar lejano,
oigo con la memoria su familiar sonido.
Miro pasar, entre las barcas,
ágiles cuerpos de bañistas.
Desfilan días y figuras, rostros,
tiempo. Unos ojos miraban el rompiente.
Los recuerdos son las lentas olas.
PALABRAS SOBRE PAPEL
Escribo en estas horas de silencio
como muchas noches unos versos
que desearía fueran como el viento
y dieran formas diversas a las ramas
y las moviera que pareciese la primera
vez que se pronuncian cuántas palabras
diferentes o iguales por el momento de decirlas
aquellas que puedan sugerir a alguno
un vaho de poema un desvelamiento de pureza
miro los libros la madera oscura
alrededor alineo mi pobre biografía
la erosión del tiempo la reseña
de una trayectoria que es crónica desamparada
de las veredas pacientes de unos años
unos viajes a la fragante infancia luz de zumo
sobre los rostros que me acompañaron
ceremonia de un desatinado buscador de palabras
ignoro para quién que pudieran sugerirle
reflexiones millones miríadas de vocablos
que me precedieron un humilde relato
cuyo comienzo sería hace años muchos
años con la vuelta a casa de un estudiante
niño casi adolescente que daba un paseo breve
bajo palmeras de la avenida que llevaba
a los puentes sobre el río en la ciudad con mar
era la salida del colegio los libros en la mano
atrás las clases inacabables esperaba
a la llegada a casa un vaso de leche el chocolate
las noticias domésticas la luz del flexo
sobre los libros de texto y los cuadernos
el fragor atenuado de las persianas
cuando eran bajadas un timbrazo
avisaba de la llegada del diario de la tarde
por debajo de la puerta las hojas
aún olían a tinta "no te distraigas
tu padre quiere ser el primero que lee el periódico"
Geografía lección doce las ocho las ocho y media
la plumilla con su leve chirrido sobre el papel
la amenaza del tintero destapado mis padres
llegaban de la calle luces en el comedor
las voces que rompían el silencio
los `preparativos de la mesa familiar
la pequeña y repetida destrucción del día
AMANECIDA
Entre la oscuridad, la luz débil de amanecida
quiere concierto con otras para ser grismalva.
Estrellas rezagadas que desaparecen,
forman guirnaldas las redondas
nubes que se deshacen, aprendizas.
Sabor a claridad, a hierba húmeda.
La fría geometría de las casas
tiene una palidez de rosas. Abril
comienza, llega el vaho azul de la mañana.
Unos fragmentos de soledad aporto
entre las líneas que me dan preguntas
y llevan mi mano al fondo del tiempo.
ES VOZ DE OTRO POETA
Un poeta dijo que la muerte
de los demás la conocemos
como las manos nuestras.
Pero del cierto final huimos,
nos pesa si lo imaginamos.
Así, en el ardiente agosto,
escapan los gorriones del poniente.
Entra como un ancla, certera,
en el temor de algunos hombres.
Qué recelo ante la palabra.
Cuando la hoguera termina
su esplendor de llamarada,
se mira con cuidado la ceniza.
Saben que la muerte
podría estar cercana de la risa
y se escondía, como agazapada.
LUZ QUE ILUMINA
"Luz que ilumina a todo hombre..." (Juan, I, 8)
Luz que ilumina a todo hombre
y llega rodeándonos
hace que nos preguntemos
a la búsqueda de la certeza
sobre todo lo que existe
lo visto y lo vivido el escaso
tiempo provisorio de los años
que nos prestan para admiraciones
creencias y encendidas plegarias
al cielo y a la tierra al mundo
que ha permanecido miríadas
de siglos hasta volverse perdurables
cuando seamos nosotros un perdido
y equivocado nombre en familiares
historias este asombro
lo presentimos una noche en el cielo
tachonado de estrellas con silencio grande
o frente al mar y sol que terminaba
en las playas con aves rasantes
eran días de niñez mediterránea
llegaba la pureza insistente
de la espuma hasta la orilla entrecierro
ahora mis ojos y vuelven las mañanas
llenas de claridades estoy agradecido
por ese préstamo de duración cortísima
que es la vida recobro los lugares
la suma de paisajes ya lejanos
resúmenes de verdes y de sienas
y los silencios grises las oscuras
paradas nubes de los encinares
he tenido todos estos instantes
gracias a Él permitió que viera
los llanos amarillos de una tierra
que acompañó mi vida algunos años
el cereal tendido por la brisa
en las doradas tardes del verano
tiempo historia nombres
los instantes azules estamos
situados frente al misterio a la espera
del encuentro para alinear preguntas
desde mi bajo cercado a la Palabra
ATARDECER
No recuerdo si era primavera.
Yo estaba en la ventana,
aparecían los primeros malvas,
era el atardecer recién llegado,
la sensación primera y mágica
de una lección aún no comprendida.
Con un aroma de embeleso,
la evidencia de lumbre terminada,
quizá una voz y comprendí el silencio.
Tuve un atisbo de alegría
antes del aturdimiento, y la noche
llegó, con su impreciso sortilegio.
Fuera, el olor bienoliente de la tierra.
LO QUE SERÁ LEJANÍA ALGUNA VEZ
Esto lo compartimos, toma
una porción de muchas tardes;
trayectoria de los días nuestros;
afuera pasan gentes, en la casa
nacen grises con el atardecer,
los límites se desdibujan,
hablamos y soñamos los proyectos
más sencillos, recuperamos tiempo,
mirándonos. Con el suavísimo
punzón tenaz de los recuerdos,
la hospitalidad que dan los años
rodeando calmos nuestras vidas.
Palabras y costumbre de las horas,
lo que será la lejanía
alguna vez, lo que tendrá solemne
recordación cuando nos pasen fechas.
Escribo un boceto de poema
y con las luces presiento los sonidos
de mi niñez, rescato tiempo,
la soledad de las horas quietas.
El intento de unir palabras,
resúmenes de días, mar de noche,
esa memoria antigua que retorna
transparente, gaviotas raseantes
en las rocas, el fulgor necesario
para escribir el primer poema.
Te miro, compartimos vida,
la compañía clara, lo que nos da silencio
sombras que nos dejan destierro
o quemante olvido, los aromas
de la mojada tierra. En la noche
repito dos palabras, en el lento
instante en el que sirvo la bebida.
Esos verdes que hay tras la ventana,
el rumor de la calle, es otoño
y es la hora de un tiempo
que solamente será para nosotros.
LAS HORAS DEL POETA
Un propósito, que conduce al tenaz balbuceo
el atrevimiento para ejercitarme
en este oficio con dificultades;
reconstruir relámpagos de historia,
juntar la vida en un papel,
vocablos dibujados, extraídos
de los bosques de la memoria.
La elección visionaria, ráfagas
de lo que llamé historia propia,
con la fiel desdicha y la criba
de la memoria para hacer recuento
con el trofeo final de la soledad.
Mi mano traza líneas, escribe
con detenimiento, busca la palabra
en el turbión de los veloces días.
Una palabra precisa y certera,
semiescondida en el fondo oscuro
de lo dejado atrás y que revive.