Alberto Fernández (La Boca del Logo)
_.jpg)
Alberto Fernández "La Boca del Logo", es licenciado en Bellas Artes en varias especialidades por la Universidad de Salamanca y profesor en la Escuela Superior de Arte del Principado de Asturias. Ha practicado la pintura y la fotografía y combinado la docencia con múltiples incursiones profesionales en diseño gráfico, corporativa, diseño editorial, ilustración, web y audiovisual. Desde 2015, publica periódicamente bajo el pseudónimo La Boca del Logo en la Revista Contexto, donde también desempeña funciones de Edición gráfica y Dirección de Arte.
Su trabajo como La Boca del Logo es la consecuencia de una trayectoria poliédrica que ha desembocado en el medio periodístico con toda intención, entendiendo éste como uno de los pocos espacios en los que aún es posible que una imagen pueda decir algo y actuar con fuerza propia sin diluirse en un mercado globalizado donde las emociones se han convertido en puro marketing.
Los amarillos, pictodramas, aforismos gráficos, metáforas visuales, o como se los quiera llamar, encuentran en el periodismo un campo experimental en el que explorar a través de la forma y los significados ocultos que se mueven entre la imagen y la información. En este intercambio de lenguajes subyacentes, cuyo tablero de juego es la prensa digital, no renuncian a utilizar empaquetados visuales propios del diseño o de la publicidad, pero invirtiendo su objetivo al desplazarlos de un contexto comercial a otro de opinión. Lejos de etiquetarse o de encajar en una clasificación convencional, estos artefactos actúan como cargas submarinas autónomas dirigidas al lector de noticias, su verdadero detonante. Es allí, bajo la masa de información, donde se produce el fogonazo que busca retener la atención del lector y enviarle un mensaje claro.
Extraer formas nítidas de la actualidad es el desafío. El reto consiste en moverse por un terreno cambiante e inestable que requiere acción y veracidad. En el intento, aparecen unas figuras negras sobre fondo amarillo. El negro representa la tinta de los periódicos y el amarillo el escenario mediático. Sin hacer ruido ni aspavientos, las siluetas permanecen mudas, adoptando formas cómicas o graves, o cómicamente graves, según vengan. El movimiento debe hacerse de manera precisa, lo más sencillo posible y con la rapidez visual de un logotipo, acaso el idioma que mejor los define. Y en este escenario se juega la partida, en un mercado que lo vende todo y del que, como sabemos, el periodismo se libra pocas veces. Puro lenguaje comercial. Puro espectáculo.
